Los santos falicos eran, pese a la tradición cristiana, santos cuya dulía derivaba de deidades paganas locales, principalmente en algunos pueblos de Europa, invocadas para la fertilidad (incluso de la agricultura) y la fecundidad.
Más que representaciones vulgares del falo, estos santos eran considerados benefactores de la prolificidad y de la fecundidad reproductiva y por esto objetos de veneración particularmente por parte de las mujeres infértiles o estériles y las muchachas jóvenes.
[1] Sir William Hamilton[2] ha referido que a fines del siglo XVIII se hacían las representaciones fálicas en cera de partes del cuerpo presentadas como ofrenda a los santos san Cosme y Damián en la localidad de Isernia, en su día festivo (Fiesta de los Santos Cosme y Damián de Isernia), aquellas que representaban a un pene eran las más comunes[3] Las observaciones de Hamilton han llevado a que Richard Payne Knight escribiera el libro Account of the Remains of the Worship of Priapus, en el cual son referidos ejemplos de estas efigies.