[1] Su influencia se extendió fuera de Francia y alcanzó prácticamente a todo el planeta, presentándose no tanto como un «movimiento socialista o social como cuanto agrupación técnico-política, con objetivos reformistas, metas financieras y místico-filosóficas no demasiado definidas».
[3][4] En este grupo se encontraban las mujeres como Angélique Arnaud, Caroline Simon y Claire Démar.
[10] Es necesaria pues, la planificación económica para que la producción industrial se rija por la utilidad pública de los bienes producidos.
Solo alcanzará su verdadera libertad cuando se llegue a la etapa de la "cooperación" entre trabajadores e industriales.
Por eso su propuesta ha sido calificada como «socialismo aristocrático», antecedente de lo que en siglo XX se llamaría tecnocracia.
[17] No obstante, la confianza que depositaba Saint-Simón en la clase "industrial" para liderar altruistamente la transición "científico-moral" fue criticada como ilusamente errónea.
[19] Los jefes del movimiento fueron Barthélemy Prosper Enfantin, Saint-Amand Bazard y Olinde Rodrigues, que junto con otros destacados miembros del grupo, como Henri Forunel, Abel Transon, Michel Chevalier, Jean Reynaud, Pierre Leroux y Philippe Buchez, constituyeron la «jerarquía de los productores».
Consideró los defectos del sistema asocial basado en la propiedad privada como la causa principal de las crisis y la anarquía productiva inherentes al capitalismo".
[27] Gracias a ello muchas mujeres se acercaron al sansimonismo con la esperanza de lograr la «existencia legal» como ciudadanas.
Muchas eran costureras, en su mayoría muy jóvenes de edad y sin formación académica e incluso en un principio analfabetas cuando llegaron al grupo.
Serán estas últimas que se hicieron llamar «las proletarias sansimonianas» quienes lograron mayores avances en sus reivindicaciones.
Así entre 1833 y 1836 los principales dirigentes sansimonianos, con Enfantin al frente, se trasladaron a Egipto.