[4] Su decisión marcó un precedente al activismo de la periodista Hubertine Auclert en los años 1880 reconocida como pionera en la historia del sufragismo en Francia.
En su exilio en Londres desde 1852 hasta su muerte en 1894 continuó su militancia política, participó en la Liga Socialista Inglesa.
Muchas mujeres se acercaron a este movimiento con la esperanza de conseguir la «existencia legal» como ciudadanas.
[8] En 1832, se casó en una ceremonia civil con Antoine Ulysse Desroches, un compañero del sansimonismo, con el que tuvo tres hijos y decidió fundar una escuela para niños pobres.
«Se dice que la esclavitud está abolida, no, no lo está, subsiste enteramente en estas inicuas palabras inscritas en el libro de la ley: el marido debe protección a su mujer, la mujer debe obediencia a su marido.
Las demás disposiciones del Código Civil prueban suficientemente la extrema dependencia de la mujer y esta costumbre que obliga a la mujer a llevar el nombre de su marido, ¿no es el hierro candente que imprime en la frente de la esclava las letras iniciales del amo, para que sea reconocido por todos como propiedad suya?»[10] Por eso «la esclavitud de la mujer es un odioso privilegio fundado en el derecho del más fuerte (...).
[4] En este periódico desarrolla sus ideas sobre la educación, la reforma social y sobre la necesidad de edificar una verdadera República, aboliendo todos los privilegios sin excepción.
Logró apenas 15 votos pero constituyó el evento histórico de que por primera vez una mujer se presentaba a una elección en Francia.
[4] La prensa se burló de su campaña y Proudhon la declaró no apta, alegando que los órganos que las mujeres poseen para alimentar a los bebés no las hacen apropiadas para el voto.
En L'Opinion des femmes, en agosto la periodista defendía que «el pueblo» debe pensar por sí mismo para lograr la República, el gobierno de todos, por todos y para todos, pidiendo la unión de los obreros para vencer al enemigo común, que es a la vez «el egoísmo» y «el capital».
En 1851 cuando Luis Napoleón dio el golpe que le permitiría convertirse en Napoleón III, Deroin se exilió a Inglaterra donde siguió su lucha a favor de los derechos de la mujer.
[17] Vivió sin apenas recursos, dando clases y publicando a partir de 1852 sus Almanachs des femmes.