Siendo joven, repartió sus bienes entre los pobres y vestido con ropas de sirviente fue en peregrinación a Roma.
Posteriormente, se hizo monje y llegó a ser abad del monasterio de La Chaise-Dieu, en Auvernia.
En 1085, durante la reconquista de Toledo, animó al ejército castellano para que se introdujese en la ciudad a través del río Tajo.
Falleció en el año 1097 y fue enterrado en la desaparecida ermita de San Juan.
Su entrega al servicio de los pobres y enfermos le mereció el ser considerado santo.