Sin embargo, debido a su prematura e inesperada muerte en 1641, no pudo completarlas.
Por lo tanto, quedaron por realizar una pintura destinada al altar de la capilla derecha (posteriormente asignada a Ribera) y el gran fresco central de la cúpula, mientras que otra pintura destinada al altar del lado izquierdo del columnado, hacia el altar mayor, quedó inconclusa.
[1] La escena representa a San Jenaro con vestiduras episcopales, descalzo y atado con una cuerda, mientras sale ileso del horno ardiente con la mirada dirigida hacia los querubines situados en una esquina superior del cuadro.
Varios otros personajes presentes en la escena, alrededor de una docena, contemplan maravillados el milagro.
Es evidente y, en cierto modo, "impuesto", el diálogo con Domenichino, a quien corresponde en gran medida la decoración preexistente de la Capilla del Tesoro.