El plan consistía en seducir a altos dignatarios alemanes y visitantes extranjeros, así como a diplomáticos, con alcohol y mujeres para que revelaran secretos o expresaran sus sinceras opiniones sobre temas e individuos relacionados con el nazismo.[1][2] Su madame era Katharina Zammit, más conocida como Kitty Schmidt, que dirigió el burdel desde sus inicios.Allí fue recibida por Walter Schellenberg, que por aquel entonces trabajaba en el departamento de contrainteligencia del SD.El perfil de los requisitos decía: "Se buscan mujeres y chicas inteligentes, políglotas, con mentalidad nacionalista y, además, locas por los hombres" (en alemán: Gesucht werden Frauen und Mädchen, die intelligent, mehrsprachig, nationalistisch gesinnt und ferner mannstoll sind).Entre otras cosas, se las entrenó para reconocer uniformes militares y espiar secretos de conversaciones inocuas.Todas las damas tenían sus atractivos particulares y habían sido entrenadas para satisfacer incluso a los clientes más exigentes.[4] El Salon Kitty se hizo aún más popular cuando a los invitados seleccionados del cuerpo militar y diplomático se les comunicó la "palabra clave secreta" y los monitores realizaron miles de grabaciones durante sus visitas.[2] Otro visitante, el general de las SS Sepp Dietrich, quería a las 20 chicas especiales para una orgía que duraría toda la noche, pero no reveló ningún secreto.[7][8] Heydrich también realizó varias "visitas de inspección", aunque en esas ocasiones los micrófonos estaban apagados.[4] Se convirtió en cliente frecuente del Salon con una chica habitual, y más tarde organizó una escucha telefónica a tres cables.