Como Peter Brook postula en su Espacio Vacío, la tendencia natural de un artista callejero cuando busca el mejor emplazamiento posible -para una mejor escucha, visión y mayor audiencia- es la de un terreno ligeramente inclinado, de manera que situándose la escena en su parte más baja el público no se estorbe entre ellos.
El teatro a lo largo de los años se va adaptando a las necesidades sociales (mostrarse y dejarse ver), aumenta el espacio escénico para hacer posibles bailes y mostrar mayores escenografías, añade la caja escénica donde colgar murales pintados y va incorporando nuevas tecnologías, ahondando en una tipología arquitectónica cada vez más compleja y poco versátil que fue alejándose paulatinamente de una conformación de escena rodeada por tres de sus lados por el público a una escena enfrentada a una platea, lo que hoy se conoce por teatro a la italiana.
Con el tiempo comienzan a aparecer estos nuevos modelos, pero es tanto el cambio morfológico del edificio para consentir esta versatilidad para mover las graderías que hace que el espectador necesite diferenciarlos de los espacios anteriores, de manera que se comenzará a utilizar la nomenclatura de "sala teatral" en oposición a "teatro" para el edificio canónico.
La principal diferencia entre sala alternativa y espacio no canónico es que este último no posee ningún tipo de infraestructura teatral y, o bien se tiene que realizar la función sin aparejo, luces ni sonido, o bien se tiene que hacer una adecuación puntual.
En el momento en el que un espacio no canónico -ya sea una antesala de un museo o una nave industrial abandonada- se comienza a dotar de infraestructura y programación regular pasaría ya a considerarse como sala alternativa.