Aunque las sagas caballerescas tuvieron una acogida popular, siempre se han considerado un presunto género inferior por calidad artística en comparación con las sagas de los islandeses y otros géneros autóctonos.
Otro trabajo en nórdico antiguo, Tristrams saga ok Ísöndar, es especialmente destacable porque la obra original solo se ha preservado en algunos fragmentos.
También se encuadran dentro del género los trabajos pseudo-históricos procedentes del latín como Alexanders saga (una traducción de Alexandreis), Amícus saga ok Amilíus (basada en Speculum historiale), Breta sögur (una traducción de Historia Regum Britanniae), y Trójumanna saga (una traducción de De excidio Troiae).
Otra obra, pseudo-histórica, Þiðreks saga af Bern se considera algo inusual al haber sido traducido del alemán.
[3] Margaret Clunies Ross define las sagas caballerescas de la siguiente forma: Inspirados por las traducciones de romances continental, los islandeses comenzaron a componer con entusiasmo sus propias sagas, aparentemente alrededor de finales del siglo XIII, y un género floreciente en el siglo XIV.