Esta no solamente posee una superioridad moral, sino que se arroga las atribuciones fundamentales de la soberanía política: la institución y la jurisdicción.
La jerarquía eclesiástica establece y juzga el poder civil que cesa de ser independiente.
Por caso, en el siglo IX la paz se convirtió en una materia religiosa, más que política.
Toma entonces la fisonomía de profetismo político o del derecho divino sobrenatural, según la concepción absolutista que confiere su corona a los reyes.
También rechaza el uso del término "hierocracia", propuesto por Marcel Pacaut, ya que sus resonancias bizantinas sugieren mal un conjunto de nociones concernientes sobre todo a Europa Occidental.