Pronto las sublevaciones surgen en el Rif lo que lleva a implantar fuertes envíos de tropas al continente para pacificar las regiones, allí es embarcado y enviado luchando en las regiones de Tetuán, Larache y Alcazarquivir en donde consigue los galones de teniente coronel.
Defendiendo siempre a España, se distinguió en cuantas acciones de guerra pudo estar presente, por su esfuerzo personal demostrando así su gallardía y valor probado.
Traumatizado regresa a España reincorporandose en destinos más suaves a los continentales, ejerciendo puestos de ayudante al mando en las comandancias del Sur español.
El rey Alfonso XIII le recompensará por su buena dirección de sus fuerzas con la medalla al mérito militar en 1923, también recibirá la medalla de la campaña al ser hérido en acción.
Terminando la guerra, acordaron mantener los esfueros en el Norte e integrar a la oficialidad en sus antiguos puestos, allí volverá a ser juez instructor desde Pamplona donde juzgará diversos casos de la guerra civil española.