Tuvieron siete hijos, que eran ocultados dejándolos en casas de parientes, para ser cuidados.
Entonces Dadá, se convirtió en la primera y única mujer en tomar parte activa - no meramente defensiva - en las luchas de los cangaceiros.
Habiendo sido Lampião ejecutado, en 1938, Corisco, que estaba en Alagoas con parte de la banda, emprendió una feroz venganza.
Como sus compañeros eran decapitados, y sus cabezas desmembradas expuestas en el Museo Nina Rodrigues de criminología, en la capital baiana, Corisco también se las cortaba a muchas víctimas.
Dadá, colocada en condiciones sépticas, tuvo una infección, y luego se agravó por una gangrena, que le significó, en la prisión, la amputación casi total de la pierna malherida.
Dadá pasó a vivir en la ciudad de Salvador, luchando para lograr que la legislación asegurara y respetara a los muertos - con la tétrica exposición del Museu Antropológico Estácio de Lima,[3] localizado en el predio del Instituto Médico Legal Nina Rodrigues, dando fin adicho espectáculo nécrofilo.