Raquel Liberman

El tratante de la Zwi Migdal aceptó, y Liberman le pagó su precio al cliente.Con lo que quedaba de sus ahorros, Liberman compró un local en la calle Callao, pero fue prontamente detectada por la Zwi Migdal.La Zwi Migdal envió a un rufián (José Salomón Korn) para engañarla con promesas de matrimonio.[6]​ El comisario le preguntó si estaba dispuesta a declarar ante un juez y ella afirmó: «Solo se muere una vez: la denuncia no la retiro».[9]​ El ejemplo de Liberman inspiró semificciones en varios autores, como Humberto Costantini, Carlos Serrano, Myrtha Schalom (con La polaca[10]​), Nora Glickman[5]​ y Elena Vinelli.En Argentina también existen los «premios Raquel Liberman», dedicados a los derechos humanos contra la violencia de género.