Robert Maillart

[1]​ Maillart no sobresalió en las teorías académicas, pero entendió la necesidad de hacer suposiciones y visualizar sus estructuras cuando las analizaba.

Un método tradicional anterior a la década de 1900 consistía en utilizar formas que pudieran analizarse fácilmente mediante procedimientos matemáticos.

En 1912 se mudó con su familia a Rusia mientras dirigía la construcción de grandes fábricas y almacenes en Járkov, Riga y San Petersburgo, ya que Rusia se estaba industrializando con la ayuda de inversiones suizas.

Pero poco después, Maillart quedó atrapado en el país con su familia, debido al comienzo de la Primera Guerra Mundial.

[4]​[5]​ Tras volver a su país natal, tuvo que trabajar para otras firmas, pero lo mejor de sus diseños aún estaba por llegar.

El primer uso del hormigón como material importante para la construcción de puentes fue en 1856.

[6]​ Más adelante, en el siglo XIX, los ingenieros exploraron las posibilidades del hormigón armado como material estructural.

[7]​ A principios del siglo XX, el hormigón armado se convirtió en un sustituto aceptable de todos los materiales de construcción estructurales anteriores, como la piedra, la madera y el acero.

Robert Maillart tuvo una intuición y un genio que explotó la estética del hormigón.

Diseñó arcos triarticulados en los que se combinaron el tablero y las nervaduras del arco para producir estructuras estrechamente integradas que evolucionaron hacia arcos rígidos de hormigón armado muy delgados y losas de hormigón.

Muchos de sus predecesores habían empleado este método usando madera y acero, pero Maillart fue revolucionario al ser el primero en utilizar hormigón.

[9]​ Sus puentes buscan vencer el antiguo principio de la separación entre peso propio y cargas útiles.

[11]​ Hacia la segunda mitad del siglo XIX se habían logrado importantes avances en la teoría del diseño, la estática gráfica y el conocimiento de la resistencia de los materiales.

El último principio era probar una estructura siempre con pruebas de carga a escala real.

Sin embargo, estas técnicas no alentaron a los diseñadores a pensar en formas inusuales, porque esas formas no podían analizarse completamente usando las técnicas matemáticas disponibles.

Robert Maillart, c. 1925
Primera losa de Maillart sustentada con pilares en forma de seta, en el almacén Giesshübel de Zúrich (1910)
Losa sobre pilares en forma de seta en el tercer piso del Almacén de granos de la Confederación Suiza en Altdorf (1912)
Valtschiel
Rossgraben
Thur
Fábrica en Giessen