Rivera (Buenos Aires)
Durante la primera década del siglo XX, los judíos que eran perseguidos por el Zar Nicolás II de Rusia comenzaban a llegar a distintos lugares del mundo.), con sede en Londres y dirigida por el Barón Mauricio de Hirsch.La empresa no había percibido, en ese momento, el riesgo que presentaba la fuerte proporción de arenas en un suelo que todavía no había sido desmontado en una región mayormente seca y fría.La mayor parte de ellos llega directamente a Carhué en un tren especial; allí se les unen sus camaradas de Coronel Suárez con sus carros, y toda una caravana se pone en marcha en Carhué hacia Leloir, a 55 kilómetros, donde 48 familias –192 personas- se hacinan en el galpón.Cuando una familia tiene marcado su lote, construye su casa de adobe y comienza a trabajar la tierra.Todavía falta aprender a dominar el caballo y esa es la obsesión de los comienzos.La estación del kilómetro 217 (“Rivera”) se transforma en centro vital de la Colonia.Mientras tanto continúa la llegada de colonos, y en 1909 ya se cuentan 251 familias, 1.320 personas.El acercamiento hacia la década de 1920 da pie a la entrada del "Ciclo Climático Seco", que "fulmina" a las colonias progresistas agrícolas, que atravesaron épocas de bonanza con el "Ciclo Climático Hùmedo Florentino Ameghino 1870 a 1920" Pero ya comienzan a aparecer los problemas que suscitará la mezcla explosiva del devenir cíclico del clima hacia uno seco, corriendo las isohietas más secas hacia estas localidades junto con el monocultivo cerealero en esos suelos delgado y de textura gruesa.consideraba que todas las tierras de la colonia debían dedicarse exclusivamente al trigo.Se hace evidente para todos que el error básico radica en la estrechez de los lotes, que impide la asociación ganadería-cereal en el nivel de la explotación individual.Descubrimiento ejemplar: la situación se repite en todas las colonias de la pampa seca, cualquiera sea su origen.Ese segundo lote debía quedar en barbecho y alternar en rotación bienal con el primero.La escasez de las lluvias, la fuerza del viento y las heladas tardías hacían que la cosecha fuera segura un año sobre cuatro, que resultara mediocre otro año e inexistente los otros dos.