Algunos historiadores se refieren a ella también como la segunda rebelión de Judea, sin contar a la Guerra de Kitos o Rebelión del exilio entre 115 y 117, reprimidos por el general Lusio Quieto, quien gobernaba la provincia en aquellos tiempos, y en la que se luchó solo marginalmente en Judea.Otros historiadores prefieren el término de guerra por las características de la lucha desarrollada, su duración y sus similitudes a otros conflictos definidos en la historiografía como guerras, y también por considerar el término rebelión propio de un alzamiento contra una entidad legal, mientras que los judíos precedían a los romanos en la región que pasaría a llamarse Palestina tras la victoria romana.Sin embargo, estos reveses llevaron a que el emperador Adriano reuniera un ejército romano a gran escala de todas las esquinas del imperio, que invadió Judea en 134 bajo el comando del general Sexto Julio Severo.El ejército romano estaba compuesto de seis legiones completas con auxiliares y elementos de hasta seis legiones adicionales, que finalmente lograron aplastar la rebelión.[7] Las comunidades judías de Judea fueron devastadas a un grado tal que algunos académicos lo describen como un genocidio.[12][13][14] Sin embargo, la evidencia vinculando a Adriano con el cambio de nombre es solo circunstancial y la fecha precisa se desconoce.El Talmud, por ejemplo, se refiere a Bar Kojba como «Ben-Kusiba», un término derogatorio usado para indicar que era un falso mesías.La rebelión estuvo entre los eventos claves en diferenciar al cristianismo primitivo como una religión distinta del judaísmo.Se acuñó una moneda romana con la inscripción Aelia Capitolina en el año 132 d. C. La dirección política y religiosa del pueblo judío quedó en manos del Sanedrín, con sede inicial en Yavne, y fue cambiando de ciudad por razones de seguridad.[19] Por otro lado, las fuentes judías, si bien reconocen como cierta esta resolución, asignan mayor prioridad a los decretos dictados por Adriano que prohibían el Brit Milá (circuncisión), el respeto del sábado y las leyes de pureza en la familia.[20]La intención de Adriano era civilizar e incorporar de una vez por todas a los judíos a la cultura grecorromana, y para la cultura griega y romana, la circuncisión era una mutilación intolerable.En otro pasaje, Rufo se burla del rabino Akiva, ridiculizando a los judíos como «esclavos» (T.B., Bava Batra 10a).A diferencia de sus predecesoras, la revuelta no fue espontánea sino cuidadosamente planificada.Mostrando capacidad para una estrategia cuidadosa, esperaron hasta que Adriano hubo terminado su gira por las provincias orientales antes de levantarse y parecen haber tomado a los romanos completamente por sorpresa.Los líderes judíos planearon cuidadosamente la segunda rebelión para evitar los numerosos errores que se habían cometido en la primera.No está claro hasta qué punto los judíos lograron establecer el control sobre la provincia, aunque debieron haber dominado un extenso territorio en el punto álgido de la revuelta.Adriano llamó a su general Sexto Julio Severo[23] de Britania y convocó múltiples legiones, hasta del Danubio.Las pérdidas romanas fueron también muy grandes, entre ellas una legión completa, la Legio XXII Deiotariana;[24] de hecho, fueron tan grandes que el informe de Adriano al Senado romano no incluía el habitual saludo «Yo y las legiones estamos bien».Tanto Eusebio de Cesarea como las fuentes judías coinciden en que la guerra terminó con Bar Kojba y sus hombres haciendo una última resistencia en la fortaleza.Los historiadores modernos atribuyen a la rebelión de Bar Kojba una importancia histórica decisiva.La ley y los rituales judíos estuvieron prohibidos durante algún tiempo, y muchos líderes religiosos judíos fueron martirizados, incluido el rabino Akiva, que había creído tan fervientemente en Bar Kojba como el mesías.