[1] Aunque Tiziano la representa como una mujer joven, tenía alrededor de sesenta y dos años cuando la obra fue entregada.
Muestra una Isabel más mayor y matrona, pero estaba tan disgustada con el cuadro que pidió un segundo retrato idealizado, mostrándola como pensaba que se veía cuarenta años antes.
[4] El historiador del arte Lionel Cust menciona que la fama y el renombre de Isabel no eran debidos a su "belleza, sino a su intelecto y carácter".
Fue comprometida con Francisco Gonzaga en 1480 cuando tenía seis años; se casaron cuando cumplió dieciséis.
[8] Retuvo ideas muy fuertes por el resto de su vida sobre cómo tenía que ser retratada.
Sin embargo, rechazó su primer retrato, la Isabel de rojo ahora perdida de 1529, viéndolo poco agradable, y cinco años más tarde le pidió que pintara un segundo.
Estaba descontenta con su nariz, postura, traje, expresión facial, y consideraba que había resaltado su ligero estrabismo.
[16] Hay una dualidad en su expresión facial; aunque los rasgos son suaves, su personalidad fuerte y enérgica es evidente, acentuado por el cuerpo rígido y sentado erguido, dándole un aire imperioso.
El trabajo refleja la tendencia de Tiziano a enfatizar las manos del retratado, mediante mangas elaboradamente decoradas y finamente detalladas que sirven para atraer la atención del espectador hacia ellas.