Retrato de Felipe II (Tiziano)
Al igual que hiciera un par de años atrás con el retrato de su padre, Carlos V a caballo en Mühlberg (1548), Tiziano consigue estilizar la figura del príncipe.Según consta en una carta del propio Felipe, el retrato no le acabó de convencer al príncipe: le agradaba la imagen de majestad proyectada, pero no le convencía el acabado final del rostro, considerando que se había pintado muy deprisa.Esto evidencia que Felipe no estaba familiarizado aún con el modo de pintar a la veneciana practicado por Tiziano.Con todo, hoy se considera que el original del Prado tiene altísima calidad y un notable grado de resolución en la armadura, y las objeciones del príncipe aludirían más bien a la réplica pintada para su tía, seguramente de pincelada más apresurada que el original actualmente conocido.Desde 1600, el retrato figura en los inventarios realizados en el alcázar de Madrid, donde fue copiado por Rubens en 1628, hasta su traslado al Museo del Prado en 1827.