Retablo mayor del Convento de Santo Domingo (Ribadavia)

Pese a que estas piezas nunca aparecieron, López sí logró recuperar las tres imágenes que originalmente presidían el conjunto, dispuestas por separado para servir de decoración al muro ubicado junto a la sacristía; tras el desmantelamiento del retablo la sección central, compuesta por una hornacina, pasó a quedar ocupada por una imagen de Cristo crucificado, pieza que sería desinstalada con el fin de que la sección superviviente de la estructura luciese tal y como había sido concebida.

[7]​ La traza del retablo, la cual se ajustaba perfectamente a los criterios artísticos habituales en el catálogo de Canseco,[8]​: 254  contaba originalmente con un cuerpo ochavado dividido en cinco calles, ático separado también en cinco calles, predela y altar.

En lo tocante a la única parte del retablo que se conserva, esta posee una delicada policromía en tonos azul y rosa pastel en perfecta armonía con el dorado de las columnas, la hornacina, el marco y el coronamiento.

Las facciones de la Virgen son delicadas aunque sus rasgos firmes y estilizados, estando la faz enmarcada por una melena en color castaño dispuesta sobre los hombros en elaborados bucles.

Por su parte, otras dos imágenes que en origen formaron parte del retablo se encuentran hoy día en el retablo de San Miguel (San Miguel y San Vicente Ferrer), ubicado en el muro del evangelio, mientras que la imagen de Cristo crucificado emplazada con anterioridad en la hornacina se conserva actualmente en el muro de la epístola, junto a la sacristía.

Fotografía del retablo con su composición original.