La frontera entre Francia y Saboya se había quedado en continuo cambio desde las guerras de Italia.
Ciertos comentadores políticos, cuyo más representativo es el economista liberal Paul Leroy-Beaulieu, abiertamente animan la xenofobia hacia los italianos.
Sin embargo, las relaciones entre las comunidades de trabajadores eran buenas y los sindicatos apelan a la solidaridad entre obreros franceses e italianos.
El tratado es visto como un intento de hacer contrapeso al poder de facto que goza Alemania en la Unión Europea, buscando así Italia y Francia tener un papel mucho más clave y consolidado en la UE con el nuevo eje Paris-Roma.
[3][4] Francia es el segundo socio comercial más importante de Italia y simétricamente Italia es también el segundo mayor socio comercial de Francia.
[5] El Renacimiento italiano tuvo una gran influencia en Francia durante el siglo XVI.
Muchos italianos emigraron a Francia durante la primera parte del siglo XX.