Reino de Bretaña

[1]​[2]​ Los britanos, habitantes autóctonos celtas de Britania (Inglaterra y país de Gales), habían sido cristianizados por los ocupantes romanos, pero su Iglesia se caracterizó por mantener una organización y rito célticos, no romanos.Los eclesiásticos que tenían importancia no eran todavía los obispos, sino los monjes y abades de los monasterios.Apoyaron también a las tropas romanas para defender Armórica contra los sajones, y se asentaron en núcleos dispersos en regiones que van del Sena al Loira.Asimismo dieron nombre a los territorios donde se instalaron, renovando mucho la toponimia local, y difundieron su lengua que, mezclándose con el galo celta hablado desde antes de la conquista romana, daría el idioma bretón.[7]​ Entre sus obispos destacaría el célebre Mailoc que representó a su diócesis, llamada en latín Britonensis ecclesia (iglesia britana), en el Concilio de Braga del año 572.Tras su acceso al poder en 751, los nuevos reyes francos, los carolingios, tomaron la decisión de someter a las regiones periféricas de su imperio y lanzaron al menos siete invasiones contra los bretones entre 753 y 830.[10]​ El hijo y sucesor de Carlomagno, Ludovico Pío, emprendió dos ofensivas contra los bretones, en 818 y en 822, pero decidió cambiar de táctica en el período en el su poder se vio disputado por sus hijos, descontentos con el reparto succesorio del Imperio.Este cargo le atribuía extensos poderes en materia administrativa, judicial y religiosa, lo que precipitó un proceso de unificación del poder en Bretaña.Heredó un reino en el que los vikingos ya se habían implantado, particularmente desde el año 835 (Nantes fue tomado en 843).Al extenderse hacia el este, Bretaña aumenta su integración en el mundo carolingio y la francización de sus élites.[10]​ Después del asesinato de Salomón en 874, la monarquía bretona entra en un período crítico.Tras varias batallas victoriosas, se reconoció a Alano Barbatuerta el título de Brittonum dux en 938.[11]​ La península se quedaba sin embargo profundamente marcada por las acciones de los vikingos que, si bien habían abandonado las tierras bretonas, seguían con sus ataques en el mar y los pueblos costeros.Este aislamiento se vio agravado por la ruptura de los contactos marítimos entre Bretaña y las islas británicas debido a los ataques vikingos.