Algunos egiptólogos consideran que las dinastías XIII y XIV también pertenecen al Imperio Medio de Egipto.
Para ello realizó una serie de intervenciones políticas en los nomos, deponiendo a gobernadores desleales o rebeldes, reemplazándolos por hombres fieles, directamente designados por el faraón, o asegurándose la sumisión de otros, sin destituirlos, y premiando a los adeptos.
En cuanto a su actividad militar, centró sus campañas en Nubia, con el objetivo de restablecer las rutas comerciales y la explotación minera.
El chaty Amenemhat, originario del Alto Egipto, logró finalmente imponerse tras derrotar a un pretendiente al trono surgido en la región de Nubia.
Amenemhat I (1991-1962 a. C.) y justificó su ascensión mediante la denominada Profecía de Neferti: Amenemhat I reforzó activamente el centralismo monárquico, tanto modificando la extensión de los nomos y deponiendo nomarcas a su antojo, como modificando o suprimiendo las antiguas instituciones políticas y judiciales en las que tenía cabida la nobleza.
La actividad militar exterior comenzó a desarrollarse plenamente hacia el final del reinado de Amenemhat I (durante la corregencia de su hijo Sesostris I), una vez apaciguados los conflictos internos.
El faraón más activo en cuanto a la expansión hacia Kush fue Sesostris I (1962-1928), alcanzando la tercera catarata.
La principal fortaleza y guarnición se construyó en Buhen, a la altura de la segunda catarata.
Cada ciudad solía tener una tríada de dioses: en Tebas eran un padre (Amón), una madre (Mut) y un hijo (Knonsu).
En el reinado de Sesostris I (c. 1962-1928 a. C.) se construyó un canal que unía el mar Rojo con uno de los brazos del delta del Nilo, posibilitándose la conexión entre los mares Rojo y Mediterráneo.
También se promovió la actividad comercial con Kush, aunque el principal interés de los egipcios era su explotación minera.