La población rural vivía en casas (dvorý, en singular dvor), reunidas en aldeas (derevni, literalmente 'madera', poblados más grandes eran llamados seló), gobernadas por un mir (comuna, o obshchina).
Se trataba de unidades aisladas, conservadoras, en gran parte autosuficientes y autogobernadas, dispersadas a lo largo del campo cada 10 km.
Las franjas eran periódicamente redistribuidas al interior del derevni para producir mejores condiciones económicas, aunque a expensas de la eficiencia real.
A pesar de que esta tierra no era poseída por el mir, la tierra era la propiedad legal de los aproximadamente 100.000 terratenientes (dvoryanstvo o nobleza) y los habitantes, como siervos, no podían dejar la propiedad donde habían nacido.
[2] Pero incluso en estas partes occidentales del imperio, los campesinos todavía estaban sujetos a varias limitaciones.
Había disturbios y las tropas tenían que ser llamadas para dispersar a las multitudes molestas».