Las religiones orientales se refieren a ese deambular (entretenimiento, codicia, acumulación de bienes, «matar el tiempo»...) como una vida sin propósito ni sentido.Cada sukshma sharira viaja por esta rueda, que abarca desde los dioses (devas) hasta los insectos.Las almas de los que hacen el mal, por ejemplo, renacen en cuerpos «inferiores» (como animales, insectos y árboles), o en estados aún más inferiores de vivencia infernal, o en vidas desgraciadas.Este proceso es continuo hasta que el alma individual, Atman, está completamente evolucionada y se identifica o alcanza al Brahman absoluto, en donde es salvado de la necesidad de más renacimientos.Luego de su última muerte, al lograr el estado de Moksha, su ser sale del universo material generado por Maia (la ilusión universal), y se funde en la Luz Divina (la refulgencia que emana del Brahman), con la creencia de que el alma individual (atman), y el alma universal (Brahman) son idénticas.Cuando un jainista acumula suficiente buen karma, la pureza de su alma puede hacer que se reencarne en un deva o entidad semidivina, si bien esta situación no es permanente, por lo que los jainistas buscan una liberación definitiva.Esta evolución finalmente resultará en una unión con Dios mediante la purificación del espíritu.Desde la forma humana, si alguien realiza buenas acciones propias de un gurmuja, entonces consigue la salvación con Dios.El Milinda-pañja ejemplifica la (aparente) paradoja con el símil de una antorcha que enciende a otra: «Ni la llama ni la antorcha son la misma, y sin embargo una existe a causa de la anterior».La escuela mahāyāna le añade además un significado más universalista, señalando que dicho ciclo se terminará cuando todos los seres vivos hayan logrado la iluminación.El shinto no tiene por tanto una soteriología clara de salvación, sino que los japoneses acuden para esto al budismo.La reencarnación existe ya que nada muere al estar todo lo vivo fluyendo con el tao.Diógenes Laercio describe una anécdota en la cual Pitágoras reconoce a un amigo fallecido en el cuerpo de un perro que había sido golpeado.Según Diodoro Sículo: Platón es el principal exponente de la reencarnación en los griegos del que tenemos noticia.El cristianismo establecido en sus principales ramas (catolicismo, el protestantismo y la ortodoxia), rechaza la reencarnación de manera mayoritaria por considerarla una doctrina contraria a la Biblia,[5] difícilmente armonizable con la creencia en la resurrección, y ajena a la concepción salvífica que mantiene esta religión.No obstante algunas denominaciones cercanas al cristianismo han aceptado la creencia en la reencarnación; entre ellas algunas de las comunidades gnósticas, en la Antigüedad, los cátaros en la Edad Media y ciertas corrientes, no todas[6], del espiritismo en el siglo XIX.[9][10][11] Los cátaros (movimiento religioso cristiano de carácter gnóstico que se propagó por la Europa Occidental a mediados del siglo XI y logró arraigar hacia el siglo XII), también creían en la reencarnación.La forma de escapar del ciclo era vivir una vida ascética, sin ser corrompido por el mundo.Algunos escépticos, como Paul Edwards, han analizado muchos de estos relatos, llamándolos «anecdóticos».Afirma que dicha doctrina es occidental y nada tiene que ver con las doctrinas orientales como la metempsicosis o la transmigración de las almas: El orientalista hindú Ananda Coomaraswamy, en su libro El Vedanta y la tradición occidental, afirma: El mismo Coomaraswamy en Gradación, evolución y reencarnación: Rama Coomaraswamy, hijo de Ananda, en La Desacralización del Hinduismo por la Consumición Occidental: La reencarnación es también una característica de los de la New Age siendo definida como el renacimiento del ego o yo inferior en otro cuerpo, sea humano o sub-humano, como por ejemplo, una cucaracha, en este planeta.La idea es de que si uno no perfecciona su propio ego o yo inferior en esta vida, uno puede tener otra oportunidad.
Para el
jainismo
, la ilustración presenta la forma en que el alma viaja a cualquiera de los cuatro estados de la existencia después de la muerte, dependiendo de sus karmas.