Raqqada

La ciudad palaciega gozaba de ciertas libertades que no se permitían en Kairuán, dominada por el rigor malikí, como la venta y consumo del nabid, una bebida estimulante.

El vencedor, un dirigente local ismailí chiita proveniente del oriente de Argelia, llamado Abdalá al-Mahdi Billah, se proclamó califa el año 909 en Raqqada y fue esta ciudad la primera capital del imperio fatimí hasta que se trasladó a Mahdia el año 921.

En 953 el califa fatimí al-Muizz la hizo arrasar para aprovechar los materiales en su capital junto a Kairuán, Al-Mansuriya, y sólo quedaron los huertos y jardines.

Al-Muizz conquistó Egipto y trasladó el centro de gravedad del califato fatimí hacia el este, fundando su nueva capital en al-Qāhiratu l-Muˤizzīyatu (la victoria de al-Muizz), es decir, El Cairo.

Los restos que se conservan son una cisterna o estanque rectangular que probablemente constituía el antiguo Bahr (Lago) que daba nombre a uno de los palacios; en medio tenía un pabellón de cuatro plantas del que no queda nada, en la parte occidental quedan restos de un edificio que probablemente se reflejaba en el agua del mencionado lago visto desde el Qsar al-Bahr, y de lo que se distinguen tres salas pavimentadas, en el estilo árabe de la época que estaba muy cercano al arte cristiano local.

El Corán azul, obra expuesta en el Museo de Arte Islámico de Raqqada.