En esta última institución trabajó bajo la tutela del químico orgánico Charles Adolphe Wurtz.
Ya en Ginebra, empezó a trabajar como profesor en la universidad y allí continuó sus investigaciones en el campo de la termodinámica aplicada.
[3] Esta relación sería redescubierta por el físico irlandés Frederick Thomas Trouton seis años más tarde.
El resultado fue una máquina dividida en tres secciones: Pictet logró la licuefacción del oxígeno, hasta entonces inédita, lo que le impulsó a informar rápidamente del hallazgo a la Academia de Ciencias de Francia.
Pronto, el científico James Dewar consiguió alcanzar temperaturas aún más bajas y en 1908, el físico neerlandés Heike Kamerlingh Onnes consiguió la licuefacción del helio, el único gas que hasta el momento no se había logrado licuar.