En 1793 se radicó en Lima, capital del Virreinato del Perú, ingresando como cadete en el Regimiento Real de Lima, en donde alcanzó el grado de Subteniente.
Fue maestro del Convictorio Carolino, bachiller en cánones y leyes en la Universidad de San Marcos, ejerciendo brillantemente la abogacía.
Muy crítico con la poca representación americana en las Cortes Extraordinarias, pidió un aumento de la misma en dichas Cortes, aunque se proyectara fundamentalmente en las futuras Ordinarias, pues de lo contrario, la Constitución quedaría sin valor alguno en América.
Defendió junto al diputado Dionisio Inca Yupanqui la abolición de los impuestos que recaían sobre los indígenas.
En 1813 defendió que se nombrara regente a la infanta Carlota Joaquina.