Estas muertes levantaron una ola de protestas y condenas contra el gobierno de España dentro y fuera del país, tanto a nivel oficial como popular.
Los abogados de la defensa son; Juan Lozano Villaplana, Concepción de la Peña, Ventura Pérez Mariño, Pedro González Gutiérrez-Barquín, Juan José Aguire y Pilar Fernández.
Con la excepción de Pedro González Gutiérrez-Barquín, todos los abogados defensores son relevados por sus suplentes y obligados a abandonar la sala.
Que se enteró de la verdadera naturaleza de la acción cuando llegó al lugar, que compró un periódico y se alejó del lugar y oyó tres detonaciones.
Fonfría no realizó su cometido aunque estuvo vigilando mientras se procedía al atentado.
Las dos mujeres están embarazadas y por lo tanto no se les comunicará la sentencia hasta 40 días después de que den a luz.
Franco reafirma esas cinco penas de muerte y las ejecuciones se realizan la día siguiente.
[3] En Hoyo de Manzanares los fusilamientos los hicieron tres pelotones compuestos cada uno por diez guardias civiles o policías, un sargento y un teniente, todos voluntarios.
No pudo asistir ningún familiar de los condenados, pese a ser "ejecución pública", según marcaba la ley.
Se realizan manifestaciones en todas las poblaciones importantes, que son reprimidas con violencia por la Policía Armada y la Guardia Civil llegándose a utilizar fuego real.
Se realizan funerales en casi todas las poblaciones vascas, en San Sebastián se convoca un funeral para el día 30 a las 19:00 en la catedral del Buen Pastor cooficiado por el Obispo Monseñor José María Setién y otros 30 sacerdotes, pero no se puede celebrar, por estar tomada la plaza y el templo, por la policía.
Aun así, se concentra una gran cantidad de personas y los disturbios duran hasta bien entrada la noche.
Durante éstos, se producen disparos de bala y un niño es herido.
En un hotel madrileño Yves Montand y Costa Gavras presentan un manifiesto contra las condenas apoyado por varias figuras culturales relevantes entre los que se encontraban Jean Paul Sartre, Louis Aragon y André Malraux.
[4] La reacción internacional es fuerte, tanto a nivel gubernamental como popular.
Los países de la Comunidad Económica Europea piden el indulto de los condenados (expresado en Londres por el embajador italiano), lo mismo que la Santa Sede y las Naciones Unidas.
Algunos gobiernos, como el de Noruega, Reino Unido y Holanda, llaman a su embajador en Madrid.
En Copenhague, la Alianza Atlántica, aprueba una moción de protesta contra las condenas y exhorta a los países miembros que no hagan nada que pueda favorecer el ingreso de España en ese organismo.