En primer lugar se abolió el sistema de handicap, que compensaba los tiempos de los coches según su potencia, por lo que ese año se iba a decidir el ganador con los tiempos reales empleados por los participantes.
[2] Las marcas Porsche, Alpine y Lancia comenzaron esos años a disponer de equipos de competición más profesionalizados y con una infraestructura que les permitiría ganar carreras al igual que el BMC había hecho en años anteriores.
Michelín había diseñado unos neumáticos que se mostraron muy competitivos en la edición de 1968 del Montecarlo.
[2] La carrera se decidió en los tramos cronometrados, lo que costó el abandono de varios pilotos como Vinatier, Andruet y Cella.
Elford se quedó sin rivales y ganó la carrera acompañado en el podio por Pauli Toivonen, consiguiendo un doblete para la marca alemana.