Rafael Barrett

El duque de Arión era presidente del Tribunal de Honor que lo había inhabilitado para batirse en duelo contra el abogado José María Azopardo, este último lo había calumniado.

Todo esto provoca un escándalo, a sus 26 años y en el breve lapso de apenas seis meses.

Enseguida conecta con los jóvenes intelectuales que en su mayoría se habían sumado a la revolución.

En diciembre de 1904 Barrett se instala en Asunción donde ha llegado junto con las huestes revolucionarias.

En abril de 1906 contrae matrimonio con Francisca López Maíz y en 1907, nace en Areguá su único hijo, Alejandro Rafael.

Ha mantenido correspondencia con el doctor Quinton y ha decidido seguir su tratamiento contra la tuberculosis.

En 1908 llega a Montevideo donde sus costas, su viento y el aire le ayuda, según las costumbres de la época, con su enfermedad.

Su paso por Argentina, Uruguay, y en particular Paraguay, lo definieron como literato mientras efectuaba en paralelo sus trabajos periodísticos.

Arruinado como estaba, en ningún momento dudó en abrazar la causa de los más débiles blandiendo su afilada pluma contra la injusticia social.

Su viraje hacia una posición inequívocamente anarquista no solo le acarreó problemas con las clases pudientes y con el gobierno de Paraguay (donde fue encarcelado en varias ocasiones), muchos intelectuales paraguayos también le dieron la espalda.

Algunas de sus ideas literarias centrales se enmarcan y definen en el estilo regeneracionista.

En una carta a su amigo Roberto Gondel, escrita en 1917, decía el futuro autor de "El Aleph": "Ya que tratamos temas literarios te preguno si no conoces un gran escritor argentino, Rafael Barrett, espíritu libre y audaz."

En opinión de José María Fernández Vázquez, si hubiera tenido más tiempo para desarrollar su obra, "estilo literario y vigor ideológico hubieran creado uno de los corpus textuales más interesantes del continente americano" (Fernández Vázquez 100).

Durante su vida solo vio publicado un libro, "Moralidades actuales", que cosechó un gran éxito en Uruguay, cuya intelectualidad siempre conectó con Barrett.

En Paraguay, Augusto Roa Bastos ha dicho: En Argentina, Jorge Luis Borges decía en una carta de 1917 a su amigo Roberto Godel: En Uruguay, José Enrique Rodó, que coincidió con Barrett en Montevideo y quedó deslumbrado por sus artículos en la prensa, escribía: Francisco Pérez-Maricevich dice respecto a Rafael Barrett que su importancia en el proceso cultural del Paraguay acabó siendo singular "y nadie abriga hoy la más mínima duda respecto de su notable precedencia en muchas de las actitudes que definen en el presente la función del intelectual".

La ironía y la paradoja, recursos esencialmente intelectuales, no son dejados de lado por el autor, que a través de su obra, con destreza, sensibilidad y belleza, dan exuberancia a su obra.

En la vieja disyuntiva Heráclito-Parménides (cuestión básica para todo pensamiento filosófico) Barrett se sitúa decididamente junto al primero.

Y a la hora de definir la vida, Barrett sigue a Bergson más una buena dosis de lirismo: El pensamiento vitalista se coloca necesariamente en las antípodas del racionalismo y por regla general conecta con posturas idealistas o espiritualistas.

Rafael Barrett a los 18 años
Panchita Lopez Maiz y su hijo Alejandro Rafael Barrett