Forma parte de los llamados castillos del desierto.
Su valor estratégico se debe a un cercano oasis, la única fuente de agua en esta desértica región.
Los romanos militarizaron este lugar por primera vez, y más tarde se construyó una mezquita.
La razón es que no hay madera en las cercanías, salvo las palmeras.
En el siglo XVI, los turcos otomanos se establecieron en el castillo, y durante el invierno de 1917, T. E. Lawrence estableció aquí su cuartel general para organizar la lucha contra el Imperio otomano.