Las primeras comunidades cristianas estables aparecen suficientemente arraigadas en Lusitania ya en el siglo III.
Con capital en Augusta Emérita, tuvo como diócesis sufragáneas a la sedes de: Pax Iulia (Beja), Olissipo (Lisboa), Ossonoba (Algarve), Idigitania o Egitania (actual Idanha-a-Velha), Conímbriga (Coímbra), Bisseon (Viseu), Lameco (Lamego), Caliabria (¿?
), Ebora Liberalitas Iulia (Évora), Salmántica (Salamanca), Ábula (Ávila), Cauria (Coria) y Numancia (Zamora), de las que solamente Caliabria ofrece dudas sobre su localización.
En el siglo III comienza la serie de metropolitanos emeritenses con Marcial (¿-255), depuesto por sus propios feligreses que colocaron en su lugar a Félix (255?).
La ocupación de Hispania por los pueblos germánicos no afectó a la sede arzobispal, que fue respetada.
A este sucedieron en la Silla metropolitana, durante el siglo VII: Inocencio (606-616); Renovato (616-632); Esteban I (632-637) que estuvo en el IV Concilio de Toledo; Oroncio (638-653) que asistió al VII y VIII Concilios de Toledo; Profirio (666); Festo (672); Esteban II (680-684) que asistió al XIV Concilio de Toledo; un Zenón, cuyo pontificado se cree tuvo lugar en el siglo V; Máximo (688-693), y Ariulfo, último de los metropolitanos que corresponde a época visigoda, ya que en su pontificado se produjo la invasión y ocupación de Lusitania por los musulmanes.
En este concilio se trató como los martirios voluntarios de los mozárabes, refugiándose en la fortaleza de Bathalios (Badajoz) bajo la protección del rey Ibn-Marwan Al Yilliqui, muladí que se había sublevado contra el Emir cordobés.
Ya no sería hasta el siglo XII (1119) cuando el papa Calixto II, al crear la Provincia Metropolitana de Santiago de Compostela, trasladó a ella todos los derechos y privilegios, así como las sedes sufragáneas del arzobispado emeritense hasta que se reconquistase Mérida y se repusiese su Silla Arzobispal.
Tras la invasión musulmana, la sede episcopal pacense se restauró en el siglo XIII gracias a la bula del papa Gregorio IX.
El área territorial diocesana de la Sede Pacense fue durante siglos muy pequeña, ya que se extendía en una pequeña franja estrecha sobre la frontera portuguesa, desde Alburquerque hasta Zafra y Fregenal de la Sierra.
En cambio, perdió el Arciprestazgo de Montánchez, que quedó agregado a la Sede Cauriense.
Al acto asistieron 15 prelados españoles, el nuncio Lajos Kada y 4500 personas, junto con autoridades civiles de Extremadura.