Otros propelentes de interés son kriptón, argón, bismuto, iodo, magnesio, y zinc.
Ha sido posible operar dispositivos con potencias de hasta 100 kW mediante propulsores con gas xenón.
Un campo magnético radial de unos cientos de gauss (unos 100-300 G, 0.01-0.03 T) es utilizado para confinar los electrones, donde las combinaciones del campo magnético radial y del campo eléctrico axial hacen que los electrones se desplacen en forma azimutal, formando la corriente Hall que da nombre al dispositivo.
Luego los iones de xenón son acelerados por el campo eléctrico entre el ánodo y el cátodo.
Sin embargo, al ser eyectados, los iones arrastran un número de electrones similar con ellos, por lo que la pluma no posee una carga eléctrica neta.
Los propulsores Hall modernos han alcanzado eficiencias de hasta el 75 % gracias a diseños avanzados.
Comparado con los cohetes químicos, el impulso es muy pequeño, del orden de 83 mN en un propulsor típico que funciona con 300 V, 1.5 kW.