El oficio de este abogado, generalmente clérigo doctorado en derecho canónico, era objetar, exigir pruebas y descubrir errores en toda la documentación aportada para demostrar los méritos del presunto candidato a los altares como beato o santo.
Este cambio le permitió realizar casi 500 canonizaciones y más de 1300 beatificaciones,[cita requerida] frente a las 98 canonizaciones de sus predecesores en el siglo XX.
En el lenguaje común, la frase jugar al abogado del diablo describe una situación en la que alguien, dado un cierto punto de vista, toma una posición con la que no necesariamente está de acuerdo (o simplemente una posición alternativa a la norma aceptada), por el bien del debate o para explorar el pensamiento más a fondo utilizando un razonamiento válido que no esté de acuerdo con el tema en cuestión y demuestre que su propio punto es válido.
[4] El trabajo de esta persona era tener una visión escéptica del carácter del candidato, buscar huecos en la evidencia, argumentar que cualquier milagro atribuido al candidato era fraudulento, etc.
[7] El papa Juan Pablo II redujo el poder y cambió el papel de la oficina en 1983.