[3] Jerónimo describe en su prólogo menciona la agrupación, el número y el orden de la Biblia hebrea:[3] En ese momento, los libros de Samuel, Reyes y Crónicas no estaban divididos en dos.
[2] En el pasaje que le dio su nombre al prológo, Jerónimo señala su oposición a considerar como canónicos a los libros del Antiguo Testamento que están fuera del canon hebreo:[3]
He encontrado el primer libro de los Macabeos hebreo, el segundo es griego, lo que también puede probarse por su estilo.
[1]Posteriormente, Jerónimo reconoció «a regañadientes»[4] el uso eclesiástico de Judit, Tobías, los libros de los Macabeos, Sabiduría y Sirácides «para edificación, no para apoyar la doctrina», pero insistió en que «la Iglesia no los admite entre las Escrituras canónicas».
[4] Esta fue la actitud que, con concesiones temporales por razones tácticas o de otro tipo, iba a mantener por el resto de su vida; en teoría al menos, porque en la práctica continuó citándolas como si fueran Escritura.