La mayor parte de la Biblia judía o Tanaj, se escribió en hebreo, excepto algunas páginas, que se escribieron en arameo.
A estos libros se les conoce como protocanónicos o Tanaj, y se clasifican en: Este canon significó el rechazo de algunos libros, que pasaron a conocerse como deuterocanónicos, que un grupo de maestros judíos (alejandrinos, es decir egipcios) había incluido en el Canon de Alejandría o Septuaginta en el siglo II a. C..
El lector añade las vocales según el contexto en que se encuentre la palabra leída.
En el siglo VII, unos maestros judíos, llamados masoretas, añadieron las vocales con un sistema de puntos situados debajo o encima de las consonantes.
Actualmente no se considera un hecho probado que dicha asamblea haya existido, por lo menos como lo propuso Graetz, y menos si no hay pruebas ni literarias ni arqueológicas.