Este procedimiento establece una circulación en la cual la sangre fluye hacia los pulmones en forma pasiva sin pasar por el corazón; esto se consigue mediante el desvío del flujo de las venas cavas superior e inferior hacia las arterias pulmonares.
De esta manera los niños que padecen estas cardiopatías tienen generalmente problemas para ganar peso, y son muy vulnerables a sufrir descompensaciones graves incluso ante enfermedades leves como un resfrío común o una diarrea.
Por lo tanto, los niños con una alta resistencia vascular pulmonar, puede que no toleren un procedimiento de Fontán.
En este punto, los pacientes ya no se encuentran en ese delicado balance, y el ventrículo único empieza a hacer mucho menos trabajo.
Esto corrige la hipoxia y deja al único ventrículo trabajando para impulsar la sangre que irriga a todo el organismo.
Esto puede requerir largas internaciones hospitalarias para llevar a cabo drenajes por medio de un tubo torácico.
Para evitar este riesgo, algunos cirujanos efectúan una fenestración de la circulación venosa hacia la aurícula.