[1] Durante siglos, los veleros han utilizado prismas de cubierta para proporcionar una fuente segura de la luz del sol que ilumine las zonas por debajo de la cubierta.
En el uso normal, la parte prismática cuelga por debajo de la cubierta y dispersa la luz hacia abajo; la parte superior es plana y se instala a ras de la cubierta, convirtiéndose en una parte más de la cubierta.
A bordo de los barcos carboneros, también se utilizaron prismas para mantener un control sobre la bodega de carga; la luz originada por un fuego se transmite mediante el prisma haciéndose visible en la cubierta incluso de día.
Algunas veces se emplea el nombre de "claraboya", aunque este último es poco adecuado para referirse a prismas, ya que normalmente se refiere a una apertura con un panel de cristal liso.
También se usaron en el siglo XIX prismas para iluminar bóvedas subterráneas, recibiendo el nombre de "luces de bóveda".