Porque somos informados que, como quiera que en estos nuestros Reinos hay insignes Universidades y Estudios y Colegios donde se enseñan y aprenden y estudian todas artes y facultades y ciencias, en las cuales hay personas muy doctas y suficientes en todas ciencias que leen y enseñan las dichas facultades, todavía muchos de los nuestros súbditos y naturales, frailes, clérigos y legos, salen y van a estudiar y aprender a otras Universidades fuera de estos Reinos, de que ha resultado que en las Universidades y Estudios de ellas no hay el concurso y frecuencia de estudiantes que habría, y que las dichas Universidades van de cada día en gran disminución y quiebra; y otrosí, los dichos nuestros súbditos que salen fuera de estos Reinos, allende el trabajo, costas y peligros, con la comunicación de los extranjeros y otras Naciones, se distraen y divierten, y viven en otros inconvenientes; y que ansimesmo la cantidad de dineros que por esta causa se sacan y se expenden fuera de estos Reinos es grande, de que al bien público de este Reino se sigue daño y perjuicio notable.
[2]La repetida referencia a la extracción de dineros coincide con una de las cuestiones identificativas del mercantilismo o arbitrismo (la teoría económica de la época, muy desarrollada en España, en que se estaban empezando a notar las consecuencias de la revolución de los precios).
En cuanto a la expresión se distraen y divierten, no hay que entenderla con el sentido que en la actualidad se da habitualmente a esos términos, sino que significa "se apartan del recto camino", en una referencia clara a la ortodoxia religiosa del catolicismo amenazada por la difusión de la Reforma protestante.
[3] Esta pragmática es muy a menudo considerada como el punto final del humanismo español.
También existió una legislación, anterior, que impedía a los súbditos flamencos estudiar en la Universidad de París.