Pongamos que hablo de Madrid

Tras su regreso a España desde Londres y publicar su primer disco, Inventario, Joaquín Sabina pública su segundo álbum Malas compañías en 1980, en el cual aparece por primera vez la canción «Pongamos que hablo de Madrid», en la que retrata una urbe cosmopolita y veloz, a la par que descarnada, mediante la descripción de acontecimientos casi cotidianos en ella.

Un año más tarde aparece en el disco La mandrágora, un disco en directo junto a Javier Krahe y Alberto Pérez Lapastora en el sótano del café madrileño La Mandrágora; la canción es presentada por el propio Sabina de este modo:

En 1981 también el cantante Antonio Flores realiza una versión más roquera del tema en su disco Al caer el sol,[1]​ por la cual la canción acaba popularizándose, convertida para muchos en una especie de himno o banda sonora oficiosa de la ciudad.

Mientras la grabación original contenía estos versos: "Cuando la muerte venga a visitarme / que me lleven al sur donde nací / aquí no queda sitio para nadie / pongamos que hablo de Madrid", Sabina cambia los versos por estos otros: "Cuando la muerte venga a visitarme / no me despiertes, déjame dormir / aquí he vivido, aquí quiero quedarme / pongamos que hablo de Madrid".

[3]​ Aparte de Antonio Flores, la canción también ha sido versionada por artistas tan variados como Reincidentes, Revólver, Enrique Morente, Carmen Linares o Porretas.