Una vez en el exterior, las partículas de polvo son llevadas por las brisas o desintegradas por la luz solar.
Excretan enzimas para digerir las partículas de polvo; estas enzimas y sus heces, a su vez, forman parte del polvo doméstico y pueden provocar reacciones alérgicas en los seres humanos (sobre todo rinitis alérgica o asma).
Los ácaros del polvo se desarrollan con preferencia en las fibras de los acolchados, muebles y alfombras.
Por ello, es preciso tener precaución al limpiar el polvo: es preferible juntarlo o rechazarlo aplicando algún tipo de carga eléctrica (electrostática).
Muestras de polvo recogidas en el espacio exterior pueden proveer información valiosa sobre las condiciones iniciales en el Sistema Solar.