Las sierras circundantes son rocosas y poseen una altísima permeabilidad que explica la existencia de fenómenos cársticos (lapiaces, dolinas, simas, cuevas...) y de manantiales en la periferia.
La vegetación es escasa y debe estar adaptada a los periodos en los que el terreno permanece inundado.
Entre la vegetación de menor porte destacan especies herbáceas, peonías, orquídeas y ciertos endemismos (narcisos).
No hay mucha fauna salvaje pero existen actividades ganaderas tradicionales de ovejas, cabras y caballos.
La zona fue bien estudiada con ocasión de la celebración del XIV Congreso Geológico Internacional, celebrado en Madrid en 1926, gracias a la visita organizada por Juan Carandell y Pericay, entonces catedrático del Instituto Aguilar y Eslava, de Cabra.