Se construyó frente a la 'puerta falsa' del convento de San Agustín y llegaría a ser el principal centro de actividad teatral en la ciudad.
Fue después de la independencia del Perú cuando se abrió una plazuela con el propósito de realzar la fachada del Teatro Principal, en cuyas inmediaciones se congregaba un creciente público.
El libertador José de San Martín pidió en 1822 a la comunidad de San Agustín que donara un terreno para construir la plazuela.
Por ello fue colocada ahí también la primera piedra de un futuro monumento a San Martín, que nunca llegó a concretarse.
A partir de 1846, adquirió un nuevo aspecto al levantarse el Portal de San Agustín frente al coliseo teatral.