Un plan de gestión de activos cubre habitualmente las siguientes áreas: Esta parte describe los problemas que se pretenden reducir y explicar qué activos se encuentran utilizados para solucionar estos problemas definidos.
Si es necesario un mayor detalle, el nivel de condiciones mínimas debe tener en cuenta elementos como la posibilidad de fallo del activo y la velocidad a la que este puede ocurrir.
Por el contrario, un activo que presenta una rápida degeneración sin señales previas necesitará una magnitud mayor.
En el caso de cumplir ya el estándar de servicio definido, esta acción permite determinar cómo continuar en el mismo estado con el menor coste posible, creando un enfoque innovador en el método para cumplir el estándar designado.
Este paso es importante para entender que acciones posicionarán o mantendrán los activos sobre la condición mínima establecida, y con capacidad para desarrollar su función en el mejor modo posible.
Esta sección puede necesitar ser revisada y actualizada anualmente ya que es el referente para las dotaciones económicas.
Sin excepción, todos los activos deben ofrecer una serie de beneficios que puedan ser medidos o explicados.
Las mejoras representan un cambio potencial en el estándar de servicio y son gestionadas como un proyecto completo, con una gestión de los gastos, comparando diferentes opciones y seleccionando la más adecuada.