Pilar Mateos

En sus relatos destaca la atención a los personajes aislados (marginados hasta cierto punto, o tristes por lo que los rodea, o descontentos de sí), a los que se describe sin moralinas expresas (véase Jeruso quiere ser gente, donde la crítica al tendero no se hace explícita y la reivindicación de los desfavorecidos queda en mostrar que lo diferente no se identifica con lo malo).

Aparte, en sus historias se funden la realidad y la imaginación, por lo que en medio de un ambiente realista podemos encontrar lápices que dan existencia a lo dibujado (Historias de Ninguno), vendedores de cocodrilos (Molinete) o niños que a voluntad se convierten en caballos sapos y culebras (El rapto de Caballo Gris).

[1]​ Ella, puestos a elegir, prefiere la luz y el silencio, las ardillas, el cine sin trucos efectistas, los helados italianos y la amistad de las personas consecuentes.

Pilar Mateos es así mismo autora de una particular expresividad estilística: no tanto por un léxico extraño o infrecuente, ni por el uso de dialectalismos, como por el empleo de imágenes poéticas que se integran en las descripciones sin aspavientos ni pedante.

Por su labor radiofónica ha merecido el primer Premio de Guiones RNE en 1980.