Entre los ejemplos de pescado azul se incluyen pequeños peces forrajeros como las sardinas, el arenque o las anchoas, y otros peces pelágicos más grandes como el salmón, la trucha, el atún, el pez espada o la caballa.
Existe una clase intermedia, los pescados semigrasos, como la lubina o la dorada, que contienen entre un 2 y un 5 % de grasa, aproximadamente.
Se aconseja incluir pescado azul en la dieta de una persona, por lo menos dos o tres veces a la semana.
Sin embargo, es bueno acotar que, como todo producto cárnico, contiene purinas, por lo cual deben evitarse en caso de gota o hiperuricemia.
Por ello, no se recomienda que la ingesta semanal exceda de una vez para personas adultas.