Aunque la crisis produjo una fuerte mortandad en todas las zonas afectadas, las regiones más castigadas fueron las Tierras Altas de Escocia y, aún con más rigor, Irlanda.
[2] Aparte de las muertes por inanición y enfermedades asociadas a la hambruna, hubo otras consecuencias.
Aunque el impacto demográfico de las hambrunas se hace inmediatamente visible en la mortalidad, los descensos a largo plazo de la fertilidad y la natalidad también pueden afectar severamente a la población.
En Irlanda, los nacimientos se redujeron en un tercio, lo que en cifras se traduce en medio millón de niños que no llegaron a nacer.
Este desplazamiento masivo se ve en ocasiones como un holocausto irlandés.