En esa nación tan grandiosa culturalmente, el pueblo (como ocurría en muchos otros) se pelaba la cabeza, aunque no así los sacerdotes y los miembros de la elite gobernante, que se dedicaba a cuidar su cabello jugando con diferentes peinados y tonalidades.
Las pelucas también tuvieron su auge, y predominaban las tradicionales de pelo lacio, con flequillo, cortado muy parejo en un largo que llegaba a los hombros.
Alrededor del siglo V a. C., la moda eran los cabellos y barbas rizadas; en esa época, los barberos se reunían en una misma plaza para ofrecer sus servicios, pues no solo era difícil realizar esta tarea en casa; el lugar también servía como sitio de reunión para hablar de filosofía, política, o temas de actualidad de la ciudad.
Cabe destacar que el término barbería designa a los locales destinados exclusivamente para caballeros, mientras que los exclusivos para damas se llaman salón de belleza.
Los locales destinados a ambos sexos se designan como peluquería unisex.