El maestro anterior, fray Diego de Roca, también había partido al poco tiempo, ocupando el cargo apenas unos meses.
[3] En 1663 se incluyó entre las obligaciones del magisterio almeriense el tocar el arpa, pagándose con un cahíz de trigo, que correspondía al arpista.
El año siguiente, el maestro Escobedo renunció a su cargo por edad y Soto fue nombrado sin oposición, por su reconocida habilidad.
[2][1] Durante mucho tiempo Soto realizó las funciones de organista a la vez que ocupaba el magisterio.
En 1680 se le encargó la búsqueda y los exámenes para un nuevo organista, al igual que había hecho para diversos músicos de la capilla.