Mostró desde muy temprana edad un temperamento cruel y perturbado que preocupaba a sus padres.
Ningún cronista pasa por alto su fama de persona violenta, viciosa, prepotente y despilfarrador.
También aquí su mala fama no hizo sino incrementarse, siendo definido como despilfarrador y violento.
En España continuó acumulando deudas a causa del juego, las apuestas y el lujo.
En 1593 volvió a contraer matrimonio y se casó con Beatriz de Meneses, que consiguió estabilizarlo tanto desde el punto de vista económico como emocional, no obstante él continuó visitando a su cortesana favorita, Antonia Carvajal, la cual le dio cinco hijos ilegítimos.
En 1596 se dirigió también al pontífice para buscar un árbitro en sus controversias familiares, aunque no obtuvo nada de ello.