Pedro de Luxemburgo

Aunque servía al antipapa Clemente VII, sus intentos por terminar con el cisma de occidente lo llevaron a ser ampliamente respetado por la iglesia en Roma.

[1]​ El emperador Wenceslao de Luxemburgo, que apoyaba al papa romano Urbano VI, nombró con el mismo cargo a Thielleman de Bousse, por lo que Pedro se vio envuelto en una disputa por la cátedra episcopal.

Poco después comenzaron a correr voces de que sobre su tumba acaecían numerosos milagros.

Al estallar la Revolución los restos fueron trasladados a la iglesia Saint-Didier de Avignon.

Un año después, su maestro Pierre d'Ailly inició la causa de su beatificación, pero sin ningún logro inmediato.

Se le representa con rostro juvenil, con el capelo y hábito cardenalicio.